Ana Tiscornia .- A la vuelta de la esquina
05/Feb/2022 - 26/Mar/2022
A la vuelta de la esquina, es el título de la primera exposición individual de la artista ANA TISCORNIA en la galería Espacio Mínimo, una muestra que, según la artista, explora una paradójica relación entre la arquitectura -un lenguaje de construcción por excelencia- y la destrucción o la pérdida. Podríamos decir que es, al mismo tiempo, tanto un acto de desolación como de esperanza. Desplazamiento, fisura, incertidumbre y repetición son constantes de las obras que integran este proyecto, buscando unir lo aparentemente fortuito y el cálculo preciso, en un fragmento de una construcción -el de una casa con ecos modernistas- que activa percepciones de fragilidad física y fracaso ideológico. Intentando no dejar de lado cierta elegancia, las obras de la exposición apuntan tanto a un rescate poético en medio de la debacle, como a la perversidad de la fricción entre la representación y el contenido. Abordar el espacio devastado con la semántica de la construcción es un intento de crear una presencia que designe la desolación de la pérdida, una suerte de cartografía del olvido.
A una pregunta de Gabriela Rangel en la revista Arte al Día responde: El lenguaje arquitectónico en mi obra es una herramienta que opera en diversos niveles, e incluye tanto la existencia de un programa preciso como la ausencia del mismo. Sólo que yo no lo uso para marcar la voluntad constructiva sino para enfatizar la posibilidad de algo programado detrás del principio destructivo. O en todo caso para establecer una tensión entre esos principios antagónicos.
A la vuelta de la esquina reúne trabajos de su más reciente creación, donde collages, instalaciones o fotografías intervenidas, juegan con la percepción espacial, los volúmenes y las diferentes texturas.
Vivian Saavedra escribe en el número 108 de la revista Art Nexus:
El plano de la casa de la infancia tal vez sea ese hipotético patrón desde el que se multiplican las líneas, las configuraciones de los espacios habitables, los fragmentos de alfombras y muebles, y también las escaleras, que parecen estar siempre en un estado de infinito desarrollo. Seguramente, el plano que dio origen a ese primer espacio vital ya no existe, solo desde el recuerdo de lo vivido se reconstruyen la disposición y la importancia de cada rincón habitado. La re-creación se formaliza desde lo que ha quedado guardado en la memoria, que configura los vestigios según los mandamientos que dicta el tamiz de las emociones (la memoria es, se sabe, selectiva). Seguramente, en ese proceso de evocación muchos detalles han sido deformados, y otros, directamente olvidados. Sin embargo, recordar de manera precisa no es lo importante. Ese espacio ya no transitado, ya no palpado, ya no respirado, se reconstruye de un modo singular, transformándose en una huella profunda de las experiencias infantiles que determinan en gran parte el desarrollo de la vida futura.
Este proceso individual puede trasladarse a otras situaciones que también involucran, desde lo social, el tema de los espacios habitados. Ana Tiscornia parte de la casa de la infancia, pero, tal como declara, su interés en la memoria “no es por ningún tipo de nostalgia, sino porque creo en la importancia de la historia. Tiendo a pensar que aquellos que quieren borrar la historia buscan un camino libre para repetir algunas partes de la misma, que únicamente pueden ser repetidas si uno se las olvida1. La artista ha ampliado el foco hacia esos espacios urbanos que se originan en la carencia, sumidos en las consecuencias de un orden social que claramente es injusto. Existen en las grandes ciudades esos espacios que se construyen y sostienen con mínimos recursos, organizados de manera precaria, casi únicamente desde la intuición y, sobre todo, desde la necesidad.